Si algo evidenció el polémico concierto por la paz que tuvo lugar ayer en La Habana, fue que Cuba sigue siendo el burdel del Caribe. Y no por que esté diciendo que sus mujeres están dedicadas a la vida alegre – si es que en eso se puede encontrar alguna alegría. Lo digo por que todos se creen con derecho a decir que va a pasar o no en Cuba, especialmente los exiliados que tienen décadas viviendo cómodamente en Miami, pero que ven con muy malos ojos lo del concierto. Esos viejitos cubanos eran los primeros en vociferar airadas ofensas a los artistas y a todos cuantos no le viéramos nada particular al concierto de Juanes en La Habana.
Este pensamiento me llegó cuando leí el twitt de Laura Weffer diciendo Viva Cuba Libre pero libre de injerencias y de politiquerías y me vino a la mente lo del Burdel del Caribe, reputación que se popularizara en los años de Batista donde en La Habana abundaban los cabarets frecuentados por figuras famosas de la época los que se entretenían con las bailarinas y cantantes que luego se llenaron de fama al pasar al exilio. El burdel caribeño donde muchos, como mi papá, fueron más de una docena de veces a parrandear de lo lindo mientras luego se llenaba la boca apoyando a Castro. ¡Que vida tan buena papá, así cualquiera es comunista!
Hoy en día más de uno se siente con derecho a decidir sobre el destino cubano después de los Castro. Es como en el burdel nadie le pregunta a las meretrices que les gusta, simplemente deciden por ellas lo que es mejor para el regente. Lo mismo pasa en Cuba, políticos, demócratas o no, exiliados o no, se sienten con derecho a meterle mano a la isla y planearle la vida cual mujer de la calle que vive al antojo del cabron que la explota y del capricho del cliente. Y me pregunto si acaso alguien se ha preocupado de preguntarle a los cubanos que han nacido y vivido bajo el régimen revolucionario ¿que es lo que ellos quieren? ¿Alguien les preguntó como se sentían con el concierto? Claro estaba que los que estaban en las primeras filas no era del pueblo raso, precisamente, sino los privilegiados del régimen - entre ellos venezolanos ataviados con su gorrita roja y su bandera de ocho estrellas. ¿Y el pueblo? Bueno esos estaban por allá atrás haciendo lo que podían para disfrutar ese día único con el que muchos han soñado: un concierto con artistas de fama internacional.
Mientras en Miami todos los canales latinos tenían algún tipo de cobertura del evento cubano, lo cierto que fue poco lo que dejaron disfrutar de la música, ya que no hacían sino hablar de lo mismo. Opte por poner Globovisión en Internet y fue así como lo pude disfrutar sin la interferencia constante del trillado discurso del exiliado cubano.
Muchos de los viejos cubanos con los que hablé se quejaban que por que no le dieron esos reales en comida a la gente. De verdad que la gente es ingenua, pensé. Esos reales ¿a cuantos iban a beneficiar? ¿Cuántos días iban a comer con eso? ¿Cómo hacer que esos reales no fueran a la mano de quien precisamente los tiene empobrecidos? Y ahí me volvió a la mente otra vez la imagen de la prostituta vieja, hambrienta y cansada de caminar y que entrega su mercancía por una migaja con tal de comer algo.
No señores ¡así no! Prefiero el concierto. Denles música así sea con calor y bajo un sol desgarrador. Así sabemos que el costo de ese evento no fue a las arcas del régimen sino que su mensaje de libertad y cambio se esparció por Cuba y el mundo gracias a la tecnología.
Mientras que en La Habana Miguel Bose y Juanes cantaban “Nada Particular” coreados por el pueblo cubano, en Miami los de la Vigilia Mambisa, apertrechados en la esquina de la Calle 8 y armados con banderitas cubanas de papel gritaban insultos a Juanes y a cualquiera que expresara apoyo al cantante colombiano. Pronto se regó la voz que había que ir para el Versailles a apoyar a Juanes.
Cuando llegué, el comentario de los que apoyaban el evento era como la estaría pasando el negrito de la bandera. No habían sino buenas palabras para Juanes, y burlas por las consignas y posiciones encontradas de los mambisas. Muy folclórico todo.
La esquina, protegida por la policía, era otra vez escenario de una batalla campal de insultos ridículos. Los únicos que parecían tener sentido eran los que apoyaban a Juanes que decían que ese concierto era un regalo para el pueblo cubano que jamás había disfrutado de tal cosa. Los de la fulana Vigilia Mambisa, cuerda de fanáticos enmohecidos, golpeaban a los carros de los opuestos a su consigna con banderitas cubanas y con la mano limpia, y un policía grandote trataba de apartarlos de los carros. Luego se replegaban a su acera para ponerse a gritar que el otro bando los estaba agrediendo. Claro ejemplo de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Mientras, los que apoyaban las agresiones desde el otro lado querían hacernos creer que el régimen castrista les había enviado provocadores para agredirlos. ¡Ay por Dios!
Luego de recuperarme de la risa que estas aseveraciones me produjeron decido irme por que era claro que tarde o temprano el bando de los mambisas iba a provocar algo, como en efecto pasó mas tarde. El concierto tenía mas de cuatro horas de concluido y los dos bandos seguían en la misma esquina a grito y corneta limpia para fastidio de la Policía de Miami y divertimento de los que pasaban por ahí solo para gritar ¡Viva Juanes! y reírse de los mambisas.
Debo aclarar que no todos los exiliados cubanos estaban en contra del concierto. Había un señor cubano que les decía que por que no se iban a pelear por Cuba en vez de estar cómodamente gritando insultos desde una esquina mayamera. Le respondían gritándole “chivato”, sapo para los cubanos. Le pregunté por que les decía eso si era claro que no podían volver a la isla, y me dijo que ninguno de ellos va a salir a pelear por Cuba si se diera la oportunidad, que él si daría su vida por su patria, pero que los que ahí gritaban lo hacían desde la comodidad que brindan las décadas de exilio en Miami con el colchón del Medicare y Medicaid y el chequecito del retirement. Es su opinión pero creo que tiene razón.
Y de verdad se pregunta uno, desde aquí, quien va a salir a pelear por Cuba, desinteresadamente, cuando se desmonte la dictadura, cosa que parece no tener fin y ahora menos con los petrodólares venezolanos. Unos quieren montar negocios allá y hacer fortuna mientras viven en Miami, otros quieren recuperar lo que abandonaron hace décadas. Otros simplemente añoran un paraíso ya mustio donde ir a retirarse de tantos años de trabajo en el norte.
El burdel sigue abierto, lleno de oportunidades para quienes tengan los reales y el poder político de decidir que va a pasar con las meretrices. Con Fidel y Chávez regentándolo e intercambiando bienes sin importarles para nada el pueblo, sino los beneficios personales y políticos que van a sacar de ahí.
Mientras en una isla en el medio del mar queda en sus habitantes el llamado a la Libertad. Hoy es posible que más de uno tararee por debajito “Nada Particular” mientras otros quizás analicen el “Ojalá” que Silvio Rodríguez cantara ayer en La Habana.
“…Ojalá se te acabé la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve...”.
...Ojalá pase algo de verdad.
Vive y deja vivir.........
Cira
Muy Buena reflexión.
has gracias Víctor, espero que nos visites con más regularidad y te suscribas al blog